La icónica escultura, desaparecida desde 1988, fue hallada en mal estado en el domicilio de un empresario investigado por fraude. En un giro inesperado, la Brigada Financiera y Anticorrupción de París ha localizado el busto desaparecido de Jim Morrison, cantante de The Doors y uno de los iconos de la historia del rock, durante un registro en la vivienda de un alto directivo empresarial, actualmente bajo investigación por falsificación de documentos contables. La escultura, que durante décadas adornó la tumba del mítico creador de 'The End', 'Light my fire' o 'Soul Kitchen, en el cementerio Père Lachaise, apareció visiblemente deteriorada: cubierta de grafitis y con parte de la nariz dañada. El busto de Morrison, colocado originalmente en su sepulcro en 1981, fue robado en 1988 en circunstancias nunca aclaradas, dejando a miles de fans consternados. La tumba del artista, fallecido en París en 1971 con solo 27 años, es uno de los lugares más visitados del famoso camposanto, donde también descansan figuras como Oscar Wilde, Edith Piaf y Frédéric Chopin. A lo largo de los años, el sitio se convirtió en un punto de peregrinaje para admiradores que dejaban flores, fumaban marihuana o intentaban colocar sus propias ofrendas. Aunque las autoridades no han confirmado si la pieza regresará a su ubicación original, el hallazgo ha desatado una ola de reacciones entre los seguidores del Rey Lagarto, que ven en la escultura un elemento clave de su legado en la ciudad. La muerte de Morrison, oficialmente atribuida a un fallo cardíaco, sigue rodeada de teorías, incluyendo la posibilidad de que falleciera por una sobredosis en una discoteca parisina. Este aura de misterio, sumado a su influencia en la cultura rock, ha mantenido viva la fascinación por su figura. Las autoridades han calificado el descubrimiento como "inusual", y mientras se investiga cómo llegó el busto a manos del empresario, los fans celebran el reencuentro con esta pieza simbólica. ¿Volverá a presidir la tumba del poeta maldito del rock? Por ahora, solo el tiempo —y quizá la burocracia— lo decidirá.